martes, 30 de julio de 2013

Donde pongo la vida pongo el fuego

Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde dejo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego

lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza.
Pero nunca o amor, mi fe segura:
jamás o llanto, pero mi fe fuerte.

Ángel González: Sin esperanza con convencimiento (1961)

Versións:
Pedro Guerra: Donde pongo la vida pongo el fuego; La palabra en el aire; 2003; Pista 12

miércoles, 24 de julio de 2013

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda: Donde habite el olvido (1932-1933) (1934)

Versións:
Xavier Paxariño: Donde habite el olvido; Poesía necesaria con su música (VVAA); 2003; Pista 17



Enrique Morente e Pat Metheny: Donde habite el olvido; Sueña la Alhambra; 2005; Pista 8

martes, 16 de julio de 2013

¿Dónde estará la Guillermina?

Cuando mi hermana la invitó
y yo salí a abrirle la puerta,
entró el sol, entraron estrellas,

entraron dos trenzas de trigo
y dos ojos interminables.

Yo tenía catorce años
y era orgullosamente oscuro,
delgado
, ceñido y fruncido,
funeral y ceremonioso:
yo vivía con las arañas
humedecido por el bosque
me conocían los coleópteros
y las abejas tricolores,
yo dormía con las perdices
sumergido bajo la menta.

Entonces entró la Guillermina
con dos relámpagos azules
que me atravesaron el pelo
y me clavaron como espadas
contra los muros del invierno.

Esto sucedió en Temuco.
Allá en el Sur, en la frontera.

Han pasado lentos los años
pisando como paquidermos,
ladrando como zorros locos,
han pasado impuros los años
crecientes, raídos, mortuorios,
y yo anduve de nube en nube,
de tierra en tierra, de ojo en ojo,
mientras la lluvia en la frontera
caía, con el mismo traje.


Mi corazón ha caminado
con intransferibles zapatos,
y he digerido las espinas:
no tuve tregua donde estuve:
donde yo pegué me pegaron,
donde me mataron caí
y resucité con frescura
y luego y luego y luego y luego,
es tan largo contar las cosas.


No tengo nada que añadir.

Vine a vivir en este mundo.

Dónde estará la Guillermina?

Pablo Neruda: Estravagario (1958)

Versións:
Susana Baca: La Guillermina; Lamento negro; 2001; Pista 1



Eduardo Peralta: Dónde estará la Guillermina; XXI poetas chilenos; 2009; Pista 7

sábado, 13 de julio de 2013

Don din, din dan

Don din, din dan.
¡Ya!
La gracia nevando,
el puerco sangrando,
la perla temblando,
la llama llamando,
y el chantre cantando
y el ama amasando:
nevando
la gracia en la ciudad
sin fe.
¿Dónde, dónde, dónde fue?
Pues aquí;
pues allá.
No sé.
Pero ¿qué más da?:
La luna rocío,
el sol su sed;
el rico oro,
el pobre palidez.
Eh, eh.
Ah, ah.
Uno sólo tiene
aquello que da.
Don din, din dan.
¡Ya!
Nacida la vida,
la peña florida,
la loba dormida,
la casa caída,
la leche vertida,
la cierva parida:
la vida
nacida de la mar
sin fe.
¿Cómo, cómo, cómo fue?
Pues así;
pues asá.
No sé.
Pero ¿qué más da?:
tristeza el espejo,
los ojos miel;
amor el hombre,
justicia la mujer.
Eh, eh.
Ah, ah.
Lo que olvide uno
todo eso sabrá.
Don din, din dan.
¡Ya!
La grana granada,
el alba alborada,
la mora morada,
la pólvora helada,
la carne encarnada,
la sombra asombrada,
granada
la grana de la paz
sin fe.
¿Cuándo, cuándo, cuándo fue?
Pues ayer;
pues será...
No sé.
Pero ¿qué más da?:
La cal delirio,
el vino pez;
el reo cáñamo
y terciopelo el juez.
Eh, eh.
Ah, ah.
Cuando muera el alma,
alguien nacerá.
Don din, din dan.
¡Ya!
La muerte muriendo
y el río riendo
y el papa paciendo
y el nardo nardiendo
y el rojo rugiendo
y el lirio liriendo
y el credo creyendo
y Adán sin atuendo
de estrella en estruendo
reverdinaciendo:
muriendo,
muriendo la fidelidad
sin fe.
¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Qué?
Te diré:
pues verás:
no sé.
Pero ¿qué más da,
eh?
Ah,
todo lo que esperes,
jamás lo verás.
Don din, din dan,
din don dan.

Agustín García Calvo: Canciones y soliloquios (1976)

Versións:
Chicho Sánchez Ferlosio: Don din; Concierto Canciones y soliloquios. Teatro Español de Madrid; 1982; Corte 23



Amancio Prada: Don din; Hasta otro día Chicho Sánchez Ferlosio; 2005; Pista 2

miércoles, 10 de julio de 2013

Como los erizos

Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya lo sabéis, como en los erizos.
¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.
Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.*

Luis Cernuda: Donde habite el olvido (1932-1933) (1934)

Versións:
Silvia Comes e Lidia Pujol: Como los erizos; Silvia Comes & Lidia Pujol; 1998; Pista 10



Nacho Vegas: Como en los erizos; El género bobo; 2009; Pista 1



*[Este texto aparece como prefacio á obra de Luis Cernuda Donde habite el olvido. Está basado na parábola “El dilema del erizo”, escrita por Arthur Schopenhauer na súa obra Parerga und Paralipomena, 1851.]

lunes, 8 de julio de 2013

Dolora griega

De qué estás triste?
     -De amor.
-¿Por quién?
     -Por cierta doncella.
-¿Muy bella, pues?
     -¡Pues muy bella!
Estoy muy triste de amor.
-¿Dónde la hallaste?
     -La hallé
en una gruta florida.
-¿Y está vencida?
     -Vencida;
La adulé, le regalé.
-¿Y para cuándo, ¡oh galán!
valiente de galán de todas,
para cuándo son las bodas?
-Pues las bodas no serán.
y estoy de pesar que muero,
y la doncella es muy bella;
pero mi linda doncella
no tiene un centavo entero.
¿Y estás muy triste de amor,
galán cobarde y sin seso?
Amor, menguado, no es eso:
amor cuerdo no es amor.

José Martí: Versos varios. Obras completas, vol.17: Poesías II (2001)

Versións:
Amaury Pérez: Dolora Griega; Poemas de José Martí cantados por Amaury Pérez; 1978; Pista 3

viernes, 5 de julio de 2013

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;


que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.


Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana
, para concordar

con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;

ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;


ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;

pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;


ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar…


Perder la mirada, distraídamente,
perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.


Alfonsina Storni: Ocre (1925)

Versións:
Paco Ibáñez: Quisiera esta tarde; Concierto en el Palau de la Música de Barcelona; 2002; Pista 26



Paco Ibáñez: Quisiera esta tarde; Concierto en el Espai de Música y Danza de la Generalitat, Barcelona; 2003; Pista 22



Paco Ibáñez: Quisiera esta tarde; Concierto en Guernika; 2006; Pista 17

(Directo semellante aos concertos anteriores)

jueves, 4 de julio de 2013

Dilectus meus mihi

Sobre aquellas palabras

Ya toda me entregué y dí,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Santa Teresa de Jesús: Poesías* (1560)

Versións:
Nydia Caro: Sobre aquellas palabras; De amores luminosos; 1998; Pista 3



*[Existen varias copias das obras de Santa Teresa (incluidos os seus poemas), coetáneas á vida da santa, principalmente nos mosteiros carmelitas de Toledo, Consuegra, Segovia e Cuerva. De todas elas fixo o ‘Definitorio’ sacar trasuntos para o arquivo xeral do Carmen Descalzo, en Madrid; algúns deles certificados por relixiosos instruidos e ante notarios apostólicos. As copias principais son as de Toledo. O celoso padre fray Andrés de la Encarnación sacou un traslado delas en febreiro de 1759 e despois o fixo legalizar por dous escribáns. A descripción que fai do libro di así: <<Asimismo exhibió ante nosotros la expresada madre Priora un libro manuscrito, en 4.º, de letra antigua, que contiene en su principio este título: Parte del libro de los Cantares que hizo la madre TERESA DE JESÚS, fundadora de las Descalzas Carmelitas. Y puesto todo el tratado y otro que a él se sigue, prosigue poniendo varias poesías con los títulos, y del tenor siguiente, decimos que el dicho libro está en fólio, octavo>>. Vicente de la Fuente: Escritos de Santa Teresa, Tomo I; Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días, vol. 2; M. Rivadeneyra, Madrid, 1861; pax. 501]

miércoles, 3 de julio de 2013

Deseos

Yo quisiera salvar esa distancia
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.


Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.


Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
¡a un mismo tiempo por doquier besarte!


Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
¡y morir de placer al comprimirte!

¡Oh, yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevarte en mí como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarse luego!


Yo quisiera en mí mismo confundirte,
confundirte en mí mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
¡convertirte en perfume y aspirarte!


¡Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos!

¡Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verte sobre mi vida en calma,
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter del azul de tu alma!

Aspirarte, mujer... De ti llamarme,
y en ciego, y sordo, y mudo constituirme,
y en ciego, y sordo, y mudo consagrarme
al deleite supremo de sentirte
¡y a la dicha suprema de adorarte!

Salvador Díaz Mirón: Poesías completas (1941)

Versións:
José Mª Vitier e Martirio: Deseos; El aire que te rodea; 2011; Pista 1



Pablo Milanés e José Mª Vitier: Deseos; Canción de otoño; 2014; Pista 5