miércoles, 30 de marzo de 2016

Cuando por dar contento a Melibeo

ARCISIO

    Cuando por dar contento á Melibeo
Fui por otras riberas y cabañas
Cansado, y mas cansado mi deseo,
    Pasé unas grandes selvas y montañas
Y cuanto mas andaba, parecia
Que el fuego era mayor en mis entrañas.
    Al fin por nuevas sendas hallé un dia
Una nueva y fresquísima floresta
Donde un sabio pastor viejo vivia.
    Y allí miéntras pasábamos la siesta
Esto le oí cantar con voz divina,
El haciendo una jaula, yo una cesta.
    Pastor, si á desear salud te inclina
La pena y el dolor que te atormenta,
Y la razon tus pasos encamina;
    Oyeme ahora sin que en tí se sienta
Flaqueza alguna que es un sentimiento
Que al niño infama, y la vejez afrenta.
    Huye la ociosidad, ama el contento;
Que si amor busca gente descuidada,
La soledad levanta el pensamiento.
    Echa en el hombro la industriosa hazada,
Labra tu viña, planta tus parrales,
La fresca vid al álamo arrimada.
    Haz en tu huerto al agua sus canales,
Con esto agotarás la de tus ojos,
Quedando claros para ver tus males.
    Ocúpate en arar nuevos rastrojos,
Y escardando en el trigo las espinas,
Arrancarás del alma los abrojos.
    Busca en las selvas, entre flores finas,
El cuidadoso enjambre edificado,
En secos troncos sus sabrosas minas.
    En esto irá tu corazón cobrando
Un alivio tan poco conocido,
Que aun sin él pensarás que estás penando.
    Fíngete sano, ya me ha acontecido
Fingir que duermo, y con estar despierto
Hallarme, sin saber como, dormido.

    Deja la ociosidad, esto es muy cierto,
Que la imaginación de ella ayudada
Resucita al amor cuando mas muerto.

    Si es nueva la pasión, será arrancada
Con mas facilidad, que el tiempo deja
Seca la miel, la uva sazonada,
    Tú ves aquella encima dura y vieja,
Un tiempo fue pimpollo ternezuelo,
Liviano de rendirse á cualquier reja.
    No dilates los días en su vuelo,
El mar crece, y si llegas á mañana
Mas caro ha de vendérsete el consuelo.

    El nuevo río que en su fuente mana
Es fácil de atajar y darle vado,
Camina manso, y por su vega llana.
    Llegásele un arroyo, y otro al lado,
Y soberbio, hinchado y caudaloso
De su primera fuente va afrentado.
    Aunque el amor es mal, es mal sabroso,
Y así nos remitimos á otro dia,
Que siempre se apetece lo dañoso.

    No pierdas tiempo, que por esta via
Lo que le diligencia no se gana,
Pierde tu corazón de mejoría.
    Herida he visto yo harto liviana,
Peligrosa después por dilatarse;
Quien hoy no puede, mal podrá mañana.
    Cuando es nuevo el amor ha de atajarse,
Que por medio el furor de la corriente
Querer pasar el rio, es anegarse.
    Pero si el mal en su vigor se siente
Ya del todo el alma apoderado,
A viejo amor, remedio diferente.
    Si poco á poco al hueso ha penetrado,
Poco á poco tambien será expelido,
A vieja enfermedad nuevo cuidado.
    Saca tus ovejuelas al ejido;
El fértil campo y el agricultura
Son medicina al pecho mas herido.
    Ver los bueyes abrir la tierra dura,
Sembrar á logro cierto alegres prados,
Gozar la fruta y su primer dulzura:
    Los árboles de flores estrellados,
Las sierpes de cristal que los enredan,
De cantorcillas aves visitados:
    Vuelan las unas, y las otras quedan
Al murmurar del agua concertando
Los dulces cantos en que nos remedan.
    Cual de quejas al aire está sembrando,
De zelos llena, y cual de triste olvido;
Hasta allí, o falso amor, llega tu mando.
    Pues tras esto hallarse acaso un nido,
Y á su dueño espiar tras una mata
Podrá traerte un rato divertido.
    Con esto un grande amor se desbarata;
Si prendes el zorzal y quedas sano,
La salud te se vende bien barata.
    ¿Hay gusto igual, si sales el verano,
Sin sol el día, el campo verde y tierno,
Que echar un par de liebres por el llano?
    Pues en el blanco y encogido invierno
En tu cabaña al fuego recostado
¿Cómo te hallará su llanto eterno?
    El zurrón proveido, el rio al lado,
Tiernas castañas, y manteca fresca,
Las migas hechas, y el corral nevado.
    Siembra tu pedernal fuego en la yesca,
Y el amor en tu pecho brasa viva;
Una se apaga y otra se refresca.
    Mas en el alma su veneno priva,
Procura ser señor de tus pasiones
Que es lo que todo su poder derriba.
    Ama el trabajo, huye de ocasiones,
Busca la ausencia, y hallarás la vida,
Vete á la villa, deja tus rincones
    El alma se te parte á la partida,
Animo! Que vencer dificultades
Nos hace la vitoria mas cumplida.
    Libres son las humanas voluntades,
El cielo las crió sin ligadura,
Y es todo lo demás curiosidades.
    Esto, en lenguaje lleno de dulzura
Y en tono mas alegre que no el mio,
Cantó el pastor sentado en la frescura.
    Y porque vió que entraba su cabrio
Ya tras la nueva yerba por el monte,
Se fue tras él, y yo pasando el rio,
El sol pasó también nuestro horizonte.

Bernardo de Balbuena: Égloga III. Arcisio. Melancio. Siglo de oro en las selvas de Erífile* (1607)**

Versións:
Jaramar: Fingir que duermo; Fingir que duermo; 1995; Pista 8***



*[Siglo de oro en las selvas de Erífile del doctor Bernardo de Balbuena. En que se describe una agradable y rigurosa imitación del estilo pastoril de Teócrito, Virgilio, y Sanázaro]
**[Recollido en: Siglo de oro en las selvas de Erífile, compuesto por D. Bernardo de Balbuena, obispo de Puerto-Rico; Edición corregida por la Academia Española; Ibarra, impresor de cámara de S.M.; Madrid, 1821.]
***[A versión musical de Jaramar, repítese na pista 15 do mesmo CD, Fingir que duermo, cunha duración mais reducida.]

No hay comentarios :

Publicar un comentario