jueves, 15 de septiembre de 2016

La tierra de Alvargonzález

                Al poeta Juan Ramón Jiménez

                        I
    Siendo mozo Alvargonzález,
dueño de mediana hacienda,
que en otras tierras se dice
bienestar y aquí opulencia,
en la feria de Berlanga
prendóse de una doncella,
y la tomó por mujer
al año de conocerla.
Muy ricas las bodas fueron,
y quien las vio las recuerda;
sonadas las tornabodas
que hizo Alvar en su aldea;
hubo gaitas, tamboriles,
flauta, bandurria y vihuela,
fuegos a la valenciana
y danza a la aragonesa.


                        II
    Feliz vivió Alvargonzález
en el amor de su tierra.
Naciéronle tres varones,
que en el campo son riqueza,
y, ya crecidos, los puso,
uno a cultivar la huerta,
otro a cuidar los merinos,
y dio el menor a la iglesia.


                        III
    Mucha sangre de Caín
tiene la gente labriega,
y en el hogar campesino
armó la envidia pelea.
    Casáronse los mayores;
tuvo Alvargonzález nueras,
que le trajeron cizaña,
antes que nietos le dieran.
    La codicia de los campos
ve tras la muerte la herencia;
no goza de lo que tiene
por ansia de lo que espera.
    El menor, que a los latines
prefería las doncellas
hermosas y no gustaba
de vestir por la cabeza,
colgó la sotana un día
y partió a lejanas tierras.
La madre lloró, y el padre
diole bendición y herencia.

                        IV
    Alvargonzález ya tiene
la adusta frente arrugada,
por la barba le platea
la sombra azul de la cara.
    Una mañana de otoño
salió solo de su casa;
no llevaba sus lebreles,
agudos canes de caza;
    iba triste y pensativo
por la alameda dorada;
anduvo largo camino
y llegó a una fuente clara.
    Echóse en la tierra; puso
sobre una piedra la manta,
y a la vera de la fuente
durmió al arrullo del agua.

Antonio Machado: Campos de Castilla (1912)

Versións:
Sine Díe: Álvar González; Mientras llega el invierno; 2006; Pista 2

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